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Cerradura 4-6

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发表于 2006-4-4 13:32:00 | 显示全部楼层 |阅读模式
MIRO A TRAVÉS DEL OJO de la cerradura y veo a una mujer desnuda asiendo un violonchelo como a un amante apocado. Frente a ella, un gran espejo hexagonal le devuelve su imagen, inmóvil, petrificada en un suspiro; una cortina roja, pesada como un muro, aisla la habitación de la luz y el ruido. Tiene los ojos cerrados -ojos de pestañas cobrizas y rizadas, de párpados delicados y venosos- y respira pausadamente. El cabello rasurado al uno le da un aspecto de indefensión. Una hembra de lóbulos cristalinos, pubis laberíntico y piernas largas rematadas por tobillos de porcelana china que desembocan en unos pies pequeños. Una boca grande -de modelo consumida por las drogas, los hombres y la noche- retiene el silencio en un rictus de serenidad. Sus pequeñas manos parecen un prolongación del arco y el violonchelo. Desde su oscuridad, espera el momento adecuado, la décima de segundo mágica que infle las velas de la inspiración. Nada perturba ese rostro cincelado por dioses o demonios, ese rostro de piel pálida y nariz oblonga. De repente, rompe su mutismo y abre los ojos, iluminada por una luz indescifrable, por un néctar de sonidos y colores (licor de almas), y, siguiendo con fervor la partitura fijada en un atril invisible, extrae del instrumento notas que recuerdan aromas silvestres, aromas lejanos, aromas misteriosos: música refrescante para el alma de los que no esperan nada. Utiliza la improvisación como llave que abre la puerta entre dos mundos, como antídoto contra la locura. Se enfrenta a la pieza sin planes ni estratagemas, prisionera de su libertad, combatiendo, con una armonía indestructible, sus miedos, sus inquietudes, buscando el púrpura de la noche eterna, el clímax de su zigurat particular y, cuando parece alcanzarlo, una fuerza desconocida destruye su concentración y le arroja a la realidad. En una sola nota descendente toda la tristeza y el desencanto, toda la vejez y la enfermedad, todo el cansancio y el peso de la Historia, el reflejo de un millón de tardes de hastío en el agua clara, de despertares solitarios, de traiciones inesperadas, los dialectos del tiempo desvelados en una única nota inacabada, el tórrido e imparable camino hacia la muerte.

Se deja caer al suelo entre sollozos, firmemente abrazada a su amante, sintiendo la náusea de la impotencia, víctima, una vez más, de su propia imperfección.

* * * * * *

MIRO A TRAVÉS DEL OJO de la cerradura y veo a una mujer anclada en la moda de otro tiempo maquillándose ante un espejo de bolsillo. El espejo le dice que nunca fue bonita. Intenta borrar el paso del tiempo con varias capas de maquillaje apelmazado. Pero no es suficiente. Lleva un vestido rojo atardecer que se ciñe a sus caderas y a sus pechos -erguidos y voluptuosos en el pasado, que ahora se descuelgan como fruta podrida, lejos de la efervescencia de la juventud, avergonzados de su antigua lozanía- y parece sonreírle a una copa de vino. Un gran escote en forma de uve muestra las manchas de la vejez y el sol. Brinda a la salud de Gregory Peck, bebe un largo trago y golpea el vaso contra la mesa; los posos del vino se quedan impregnados en el carmín y una saliva oleaginosa se desliza por la comisura de sus labios. Se dispone a ofrecer a la sociedad seis horas de su tiempo libre. El teléfono de la esperanza es un método como cualquier otro para combatir las espinas de la soledad; una forma más de fortificarse contra el fracaso. Medio borracha, con la mirada chispeante y sincera, se levanta y hace café. La cocina -demasiado grande para una sola persona- refulge en una oscuridad tan sólo alterada por la llama del calentador. El silencio, esa ausencia de voces y ruido, parece sobrecogerla. Se sirve un café largo, le agrega un chorrito de anís casero y regresa junto al teléfono. En el cenicero, restos de carmín acunan a cinco cigarrillos consumidos. Termina un crucigrama sin demasiado interés -"sexta letra del alfabeto griego" ZETA-. Camina inquieta con sus zapatos de tacón, rehuyendo su imagen en el espejo, sintiendo un cansancio inexplicable, esperando. Regresa por el camino de la bebida y se sirve varias dosis. Un pensamiento obsceno, sacrílego atraviesa su cabeza: besar en la boca al hombre que, desde el crucifijo de bronce, preside la habitación, lamer la herida del costado y arrancarle el taparrabos, seducirlo, poseerlo en la plenitud de su calvario.

-¿Esta mentira es la vida? ¿Esta falacia? ¿Por qué nos arrastramos como serpientes por un sendero plagado de aristas cortantes? ¿A dónde se fue mi buena estrella? -se lamenta en voz alta, con la cabeza fijada entre las manos.

Se acerca al teléfono negro y desea con todas sus fuerzas que alguien llame. Alguien con una historia triste y sórdida, no importa que sea hombre o mujer. Alguien que se desaga en llantos y necesite su apoyo, su conversación. Porque ella aconseja, escucha, orienta...es una brújula en un mar de confusión; un mar que, en realidad, también arremete contra ella.

Cuando suena el teléfono contesta acariciando el gatillo de una pistola cargada que, tarde o temprano, tendrá que utilizar.

* * * * * *

MIRO A TRAVÉS DEL OJO de la cerradura y veo a una mujer inclinada sobre una máquina de escribir. El flexo -un círculo de luz ambarina- ilumina volutas de humo y ráfagas de palabras que, como por arte de magia, surgen de la nada, empujadas por unos dedos ágiles y huesudos, sin anillos, esculpidas para una absurda posteridad. Multitud de párrafos masacrados y frases ilegibles violan las cuartillas de papel reciclado, que se amontonan en la parte izquierda de la mesa y en la papelera de rejilla, convertidas en minúsculos satélites.

Escribe: "Le sonríe maquinalmente, sin ganas, y a cambio recibe otro abrazo desconfiado. Ha cedido en sus pretensiones, en su pequeña rebelión. Porque las mujeres le temen al fórceps oxidado que todo hombre lleva dentro".

Escribe: "Los partos, el paso del tiempo y el desamor la convirtieron en una mujer anfibia, una mujer que indistintamente podía vivir en el ostracismo de una tierra baldía de sentimientos o sumergida en un doloroso mar de lágrimas y desdicha".

Escribe: "Hombre y mujer están condenados a no entenderse, a desangrarse en la gélida bañera del amor. El sufrimiento de dos mundos opuestos abre el camino, un camino cuyo final siempre se hace solo y desnudo".

Remarca estas frases con un rotulador rojo y luego las estruja entre sus manos.

Comenzó el relato preguntándose "¿qué hay tras las puertas cerradas?", pero únicamente escribe sobre el esfuerzo: el esfuerzo de una madre por recuperar a su hija fallecida; el esfuerzo de malvivir con un marido víctima del Alzheimer; el esfuerzo por superar el recuerdo de una madre cruel y despiadada; el esfuerzo por vencer la mediocridad; el esfuerzo por escapar de la soledad, el hastío de los que esperan. Escribe sobre los seres que mejor conoce: las mujeres. Y utiliza las cerraduras como nexo entre su imaginación y la realidad. Porque, ¿qué es real y qué no lo es? Alguien dijo:

-"Una vida no existe si no es narrada y fijada en el papel".
"Estamos todos en el fondo de un infierno, cada instante del cual es un milagro".
发表于 2007-3-31 11:47:24 | 显示全部楼层
: : : :

buena,,,,,,,,,,,,,,,,,,,
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发表于 2007-4-1 11:07:06 | 显示全部楼层
que bueno, lo sacastes de un libro??
wow admiro a la gente ke es capaz de escribir asi de bien =)
: :
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